lunes, 7 de septiembre de 2015

Reflexión sobre el Pensamiento complejo. "Pensamiento Complejo en una imperante sociedad del conocimiento en el siglo XXI."

Pensamiento Complejo en una imperante sociedad del conocimiento en el siglo XXI.


“No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón”. Una frase de Jaime Sabines que bien podría plantear una realidad enmarcada por uno de nuestros alumnos, aproximarnos de manera crítica a dicha realidad es ya un imperativo democrático, una tarea que sin duda alguna no exige algo más allá de lo que es nuestro deber.

Si hablamos de realismo, en muchas de las aulas en México existe esa falta de contextualización e interrelación en todos aquellos contenidos que se brindan en ellas, dando como resultado aquella falta de interés o credibilidad en la educación que se recibe. Los alumnos están acostumbrados a ser pasivos, a vivir en el conformismo, ya no existe esa curiosidad en lo que se “aprende” puesto que está presente esa carencia de significado y de sentido en todos los contenidos manejados en la escuela pues éstos se encuentran dispersos, a la educación en México le hace falta mucho para brindar los ambientes de aprendizaje que lleven a construir una educación que responda a las nuevas demandas no solamente de la sociedad sino del ser humano del tercer milenio.

A la educación debemos darle otro en enfoque que vaya muy alejado al tradicionalista, se deben perder miedos, traspasar barreras y que éste sea basado en lo que los alumnos necesiten aprender y no en lo que el maestro “debe” enseñar, toda institución y todo docente debe cumplir con cimentar en los alumnos los 4 pilares de la educación, todo educando debe aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser y sobretodo aprender a convivir para poder estar a la altura de los tiempos que hoy se viven.

Contextualizar los contenidos hacia los intereses de nuestros alumnos y poner en  sintonía lo que se pretende que el alumno aprenda, con lo que él o ella quiere aprender; darle un giro a “lo que  marcan  los planes y  programas”  en  el  mismo  sentido  hacia  el  que  va  su  corazón, su deseo de aprender y  sus interrogantes, todo aprendizaje será de verdad aprendizaje, tendría un significado coherente y lo hará aprender a conocer  y  a  hacer  y  a  ser  y  a  convivir  de  cierto  modo  que  lo  apoye  en  su  reto  de irse formando de manera asertiva.

Los docentes al rediseñar estos ambientes de aprendizaje acordes a estos deseos de aprendizaje debemos cubrir ciertos rasgos para que logre  aquel significado que se sabe los alumnos quieren encontrar; todo contenido debe ser dinámico, heurístico, cero unitario y polifórmico, para que el alumno aprenda sintiendo, experimentando, palpando, cuestionando, relacionando, reflexionando, equivocándose, valorando errores, deliberando, que aprenda  de  su  deseo  de  vivir,  de  su  necesidad  de  elegir  para vivir ,  es decir que aprenda a partir de la experiencia que deja la aproximación con su realidad y que pueda irse construyendo una vida que pueda llamar propia.

De acuerdo a la perspectiva que tiene hoy en día la educación en México, genera una mayor atención a la forma en que se edifica el conocimiento, tomando en consideración las aportaciones de Edgar Morín y Lonergan B. podemos notar que hay un conflicto en cuanto a la asimilación del conocimiento dentro de este proceso que llamamos enseñanza-aprendizaje, ¿o deberíamos llamar ahora aprendizaje-enseñanza? Una problemática que se manifiesta en una actividad que podría parecer simple en nuestro quehacer docente.
El paso que hoy nos demanda la misma sociedad escolar y por qué no decir la actual aldea planetaria es, principalmente dejar de considerar el conocimiento como una actividad simple y empezar a verlo como un proceso complejo que se da en red, ya que este proceso de edificación del conocimiento podría verse enriquecido, se volvería relevante y terminaría en lo significativo.

Para lograr transformación en nuestra forma de atender al conocimiento se debe racionar la responsabilidad entre alumno-maestro en este proceso, para así crear una corresponsabilidad, y se vuelva un  imperativo invertir papeles y articular teorías con el sentido común y viceversa.

Actualmente la llamada “Sociedad del conocimiento” ha cambiado su forma de generar o percibir su propio conocimiento, gracias a la cantidad de información que existe en la gran nueva enciclopedia si pudiéramos llamarla así “ el internet”, el uso de esta herramienta ha suscitado que el pensamiento complejo se deje de lado para hacer uso solo de la memoria temporal, tomando en cuenta a Morín (1999) dice que los individuos terminan siendo una traducción de su realidad externa poniendo en tela de juicio la objetividad del conocimiento que perciben; aunado a la visión del conocimiento rígido y excluyente y la verticalidad que lo caracteriza, bajo el principio de que el sujeto más educado es el que sabe más, aún no enseñándole soluciones prácticas o complejas; esto promueve el desinterés por aquella teoría que manejamos en el aula escolar, ya que al final el educando no encuentra relaciones o nexos en ella con su día a día.

Por lo tanto, es necesario que se haga ésta articulación como lo mencioné anteriormente para así poder caer en la reflexión compleja, verificando los conceptos y teorías manejadas en diferentes asignaturas y la funcionalidad que estos evocan para poder asimilarlo y emitir juicios sobre la utilidad de estos. Lonergan, menciona que muy poco del conocimiento, es autogenerado por el individuo y su mayor potencial lo sustenta en conocimientos previamente adquiridos. Por ello, el proceso de aprendizaje-enseñanza juega un papel importante en la actitud del educando, pues es un proceso que puede fomentar en él, hábitos de aprendizaje autónomo ya que se trata de educar generaciones cognoscentes, capaces de generar conocimiento, y no solo de llenarlos de conceptos que dejan abandonados en los propios exámenes.

Debido a esto los  cambios que se operan en la forma de aprender de los estudiantes y de enseñar de los docentes en la Sociedad del conocimiento, están madurando la idea de que la responsabilidad de la formación recae cada vez más en los propios estudiantes y a tono con el mundo circundante Es necesario modelar situaciones que el estudiante va a enfrentar en su vida futura, o ponerlo incluso en estas situaciones” (González, 1992:, p.8). Hacer de nuestras escuelas espacios en los que no sólo se enseñe sino en los que los estudiantes aprenden por sus propios esfuerzos, motivaciones y aspiraciones, representa el gran cambio que necesitamos.

Y para ello, nada mejor que entender que es el derecho de aprender a aprender de nuestros alumnos, el principio que debe orientar la formación, debemos dirigir su aprendizaje. Una formación dirigida a asegurar un aprendizaje de calidad en nuestros alumnos, comprometida con la investigación y la actualización. Que supere el tradicional aislamiento disciplinar que caracteriza a la profesión docente dentro de las escuelas. Una formación que consolide un tejido profesional a través del uso de las redes de profesores, escuelas y que facilite el aprendizaje flexible e informal.

Una formación en el desarrollo del pensamiento complejo que en definitiva rompa con los paradigmas de la docencia, donde el profesor continúe su función como un facilitador y donde el estudiante a partir de una correcta orientación del trabajo independiente que logre esa interconexión de saberes en diferentes disciplinas y el nivel básico de ayuda recibido por el maestro, sea capaz de realizar su autoaprendizaje y su acción en él.

Es por ello que el maestro del Siglo XXI debe tener en cuenta que la formación inicial y profesional ya no es suficiente ya que ahora existe caducidad en el conocimiento, debe ser un sujeto que cree, que tenga capacidad de innovación, motivación por aprender, de  emprender, debe centrarse en el aprendizaje más que en la enseñanza, capaz de organizar y movilizar los contenidos de planes y programas de acuerdo a los contextos, que trabaje colaborativamente con distintas disciplinas y sobretodo a los deseos y motivaciones de los alumnos.

Esta revolución del pensamiento complejo, que implica una verdadera transformación educativa no puede sustentarse en el enfoque pedagógico tradicional; en efecto los grandes cambios educativos empiezan en el aula; concebir la educación del futuro y promover el uso de las TIC, valoriza el capital del conocimiento, estimula el uso y la observación de dichas tecnologías y ayuda a desarrollar el pensamiento complejo en los alumnos.
Morín señala que el saber construido desde el pensamiento complejo le exige a la educación enseñar a analizar y a razonar el conocimiento adquirido para poder seleccionar la información de manera coherente desechando lo desfavorable, que demanda aquella integración natural de nuestros saberes, así como también la contextualización de todos los conocimientos teóricos con adecuaciones a nuestra sociedad real, y así lograr una independencia cognoscitiva, requiere conocer la diversidad de culturas o ideologías, la formación integral de la identidad compleja y común dentro de una sociedad y así concientizar que el papel o rol que se tiene dentro de ella y así lograr saber ser y convivir en una sociedad del conocimiento.

Impera enseñar que el ser humano a través de sus aportaciones es parte fundamental de la globalización, tanto en sus aciertos como en los desaciertos, así mismo concientizar que el destino de la humanidad se enmarcará de acuerdo al resultado de buenas o malas decisiones que la afecten o beneficien, la educación exige desarrollar estrategias o habilidades que permitan dar resultado a las innovaciones, a las situaciones problema, a los riesgos que se puedan presentar en la vida sobre todo entender que dichas estrategias se pueden ir modificando a los largo de ella, reforma el desarrollo de la comprensión del conocimiento y como consecuencia cambia mentalidades que solo reflejan el mejor manejo de los saberes que como seres humanos debemos hacerlo de forma íntegra.

Lo importante dentro de esta nueva forma de aprender y enseñar es el obstáculo, puesto que todo obstáculo es una oportunidad de crecimiento, esos conflictos nos impulsan a la adaptación de conocimientos, es darle una mirada diferente, una interpretación diferente para así tener acciones diferentes y que de esta manera se activen mecanismos internos de superación y se vuelvan parte de nuestra personalidad.

Hablar de toda esta revolución dentro de nuestra misma sociedad me hace recordar que todos podemos ser “Un simple erudito” (Perrenoud, 1997, pág. 70) almacenar todos los conocimientos buscando al mismo tiempo formar el entendimiento como red y tener a la disposición dichos aprendizajes para identificar y resolver problemas tomando las decisiones adecuadas y hacer un juicio nos hace sobresalir como una persona que ve más allá de y que hace de sus enseñanzas algo útiles y naturales, hace que podamos dominar nuestros propios principios.

Entendamos que las escuelas y/o maestros, más que enseñar contenidos específicos, deberán “guiar el aprendizaje en red”, de manera transversal y generar una actitud positiva frente al cambio continuo y la formación permanente, en este sentido, se propone una ampliación del rol docente, como líderes y guías del aprendizaje contextualizado.

Hoy por hoy, parafraseando a Descartes, podemos asentir: “Me informo, luego existo”; una persona aislada de lo informacional puede sobrevivir en las rutinas y oscilaciones de lo cotidiano, pero no puede dialogar con el devenir de la nueva sociedad que se está fraguando y emancipando sustentada en el conocimiento, el aprendizaje permanente y el desarrollo tecnológico.

"Bienaventurado el que comienza por educarse antes de dedicarse a perfeccionar a los demás” El desafío está planteado y no es menor; los cambios son profundos e imparables y requieren de una visión analítica, reflexiva y compleja para no poner en juego el futuro de los alumnos, la escuela y nuestra mera profesión, debemos ser parte de este desarrollo del pensamiento complejo para poder brindar armas que estén de acuerdo a la batalla que enfrentan los educandos fuera del aula, ser parte de esta aldea planetaria impera en nosotros tener una visión transformadora y abierta a los corazones de nuestros alumnos y sobre todo al nuestro.

Como conclusión considero importante fomentar procesos de reflexión crítico a través de nuestro quehacer docente con diferentes estrategias didácticas que desarrollen el pensamiento complejo en los educandos, que les permita encontrar la conexión entre disciplinas dentro de su proceso escolar, un proceso que sin duda alguna no es sencillo pero que suscita un compromiso de corresponsabilidad entre los diferentes actores que estamos involucrados en él, para así poder caer en una condición de edificación solida del conocimiento aprendido en el aula pero reflejado en una autonomía de aplicación en la vida cotidiana.

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