Pensamiento
Complejo en una imperante sociedad del conocimiento en el siglo XXI.
“No me digan ustedes en dónde están mis ojos, pregunten hacia dónde va mi corazón”. Una
frase de Jaime Sabines que bien podría plantear una realidad enmarcada por
uno de nuestros alumnos, aproximarnos de manera crítica a dicha realidad es ya
un imperativo democrático, una tarea que sin duda alguna no exige algo más allá
de lo que es nuestro deber.
Si hablamos de realismo, en muchas de las aulas en México existe esa falta de
contextualización e interrelación en todos aquellos contenidos que se brindan en ellas, dando
como resultado aquella falta de interés o credibilidad en la educación que se
recibe. Los alumnos están acostumbrados a ser pasivos, a vivir en el
conformismo, ya no existe esa curiosidad en lo que se “aprende” puesto que está
presente esa carencia de significado y de sentido en todos los contenidos
manejados en la escuela pues éstos se encuentran dispersos, a la educación en
México le hace falta mucho para brindar los ambientes de aprendizaje que lleven
a construir una educación que responda a las nuevas demandas no solamente de la
sociedad sino del ser humano del tercer milenio.
A la educación debemos darle otro en enfoque que vaya muy
alejado al tradicionalista, se deben perder miedos, traspasar barreras y que éste
sea basado en lo que los alumnos necesiten aprender y no en lo que el maestro
“debe” enseñar, toda institución y todo docente debe cumplir con cimentar en
los alumnos los 4 pilares de la educación, todo educando debe aprender a
conocer, aprender a hacer, aprender a ser y sobretodo aprender a convivir para
poder estar a la altura de los tiempos que hoy se viven.
Contextualizar los contenidos hacia los intereses de
nuestros alumnos y poner en sintonía lo
que se pretende que el alumno aprenda, con lo que él o ella quiere aprender;
darle un giro a “lo que marcan los planes y
programas” en el
mismo sentido hacia
el que va
su corazón, su deseo de aprender
y sus interrogantes, todo aprendizaje
será de verdad aprendizaje, tendría un significado coherente y lo hará aprender
a conocer y a
hacer y a
ser y a
convivir de cierto
modo que lo
apoye en su
reto de irse formando de manera
asertiva.
Los docentes al rediseñar estos ambientes de aprendizaje
acordes a estos deseos de aprendizaje debemos cubrir ciertos rasgos para que
logre aquel significado que se sabe los
alumnos quieren encontrar; todo contenido debe ser dinámico, heurístico, cero unitario
y polifórmico, para que el alumno aprenda sintiendo, experimentando, palpando,
cuestionando, relacionando, reflexionando, equivocándose, valorando errores,
deliberando, que aprenda de su
deseo de vivir,
de su necesidad
de elegir para vivir ,
es decir que aprenda a partir de la experiencia que deja la aproximación
con su realidad y que pueda irse construyendo una vida que pueda llamar propia.
De
acuerdo a la perspectiva que tiene hoy en día la educación en México, genera
una mayor atención a la forma en que se edifica el conocimiento, tomando en
consideración las aportaciones de Edgar Morín y Lonergan B. podemos notar que
hay un conflicto en cuanto a la asimilación del conocimiento dentro de este
proceso que llamamos enseñanza-aprendizaje, ¿o deberíamos llamar ahora
aprendizaje-enseñanza? Una problemática que se manifiesta en una actividad que
podría parecer simple en nuestro quehacer docente.
El
paso que hoy nos demanda la misma sociedad escolar y por qué no decir la actual
aldea planetaria es, principalmente dejar de considerar el conocimiento como
una actividad simple y empezar a verlo como un proceso complejo que se da en red,
ya que este proceso de edificación del conocimiento podría verse enriquecido,
se volvería relevante y terminaría en lo significativo.
Para
lograr transformación en nuestra forma de atender al conocimiento se debe
racionar la responsabilidad entre alumno-maestro en este proceso, para así
crear una corresponsabilidad, y se vuelva un
imperativo invertir papeles y articular teorías con el sentido común y
viceversa.
Actualmente
la llamada “Sociedad del conocimiento” ha cambiado su forma de generar o
percibir su propio conocimiento, gracias a la cantidad de información que
existe en la gran nueva enciclopedia si pudiéramos llamarla así “ el internet”,
el uso de esta herramienta ha suscitado que el pensamiento complejo se deje de
lado para hacer uso solo de la memoria temporal, tomando en cuenta a Morín
(1999) dice que los individuos terminan siendo una traducción de su realidad
externa poniendo en tela de juicio la objetividad del conocimiento que
perciben; aunado a la visión del conocimiento rígido y excluyente y la
verticalidad que lo caracteriza, bajo el principio de que el sujeto más educado
es el que sabe más, aún no enseñándole soluciones prácticas o complejas; esto promueve el
desinterés por aquella teoría que manejamos en el aula escolar, ya que al final
el educando no encuentra relaciones o nexos en ella con su día a día.
Por lo tanto, es necesario que se haga ésta articulación como lo mencioné
anteriormente para así poder caer en la reflexión compleja, verificando los
conceptos y teorías manejadas en diferentes asignaturas y la funcionalidad que
estos evocan para poder asimilarlo y emitir juicios sobre la utilidad de estos. Lonergan, menciona que muy poco del conocimiento, es autogenerado por el
individuo y su mayor potencial lo sustenta en conocimientos previamente
adquiridos. Por ello, el proceso de aprendizaje-enseñanza juega un papel
importante en la actitud del educando, pues es un proceso que puede fomentar en
él, hábitos de aprendizaje
autónomo ya que se trata de educar generaciones cognoscentes, capaces de
generar conocimiento, y no solo de llenarlos de conceptos que dejan abandonados
en los propios exámenes.
Debido
a esto los cambios que se operan en la forma
de aprender de los estudiantes y de enseñar de los docentes en la Sociedad del
conocimiento, están madurando la idea de que la responsabilidad de la formación
recae cada vez más en los propios estudiantes y a tono con el mundo circundante
“Es
necesario modelar situaciones que el estudiante va a enfrentar en su vida
futura, o ponerlo incluso en estas situaciones” (González, 1992:, p.8). Hacer de nuestras
escuelas espacios en los que no sólo se enseñe sino en los que los estudiantes
aprenden por sus propios esfuerzos, motivaciones y aspiraciones, representa el
gran cambio que necesitamos.
Y para ello, nada mejor que
entender que es el derecho de aprender a aprender de nuestros alumnos, el
principio que debe orientar la formación, debemos dirigir su aprendizaje. Una
formación dirigida a asegurar un aprendizaje de calidad en nuestros alumnos,
comprometida con la investigación y la actualización. Que supere el tradicional
aislamiento disciplinar que caracteriza a la profesión docente dentro de las
escuelas. Una formación que consolide un tejido profesional a través del uso de
las redes de profesores, escuelas y que facilite el aprendizaje flexible e
informal.
Una formación en el
desarrollo del pensamiento complejo que en definitiva rompa con los paradigmas
de la docencia, donde el profesor continúe su función como un facilitador y
donde el estudiante a partir de una correcta orientación del trabajo
independiente que logre esa interconexión de saberes en diferentes disciplinas
y el nivel básico de ayuda recibido por el maestro, sea capaz de realizar su
autoaprendizaje y su acción en él.
Es
por ello que el maestro del Siglo XXI debe tener en cuenta que la formación
inicial y profesional ya no es suficiente ya que ahora existe caducidad en el
conocimiento, debe ser un sujeto que cree, que tenga capacidad de innovación,
motivación por aprender, de emprender,
debe centrarse en el aprendizaje más que en la enseñanza, capaz de organizar y
movilizar los contenidos de planes y programas de acuerdo a los contextos, que
trabaje colaborativamente con distintas disciplinas y sobretodo a los deseos y
motivaciones de los alumnos.
Esta
revolución del pensamiento complejo, que implica una verdadera transformación
educativa no puede sustentarse en el enfoque pedagógico tradicional; en efecto
los grandes cambios educativos empiezan en el aula; concebir la educación del
futuro y promover el uso de las TIC, valoriza el capital del conocimiento,
estimula el uso y la observación de dichas tecnologías y ayuda a desarrollar el
pensamiento complejo en los alumnos.
Morín
señala que el saber construido desde el pensamiento complejo le exige a la
educación enseñar a analizar y a razonar el conocimiento adquirido para poder
seleccionar la información de manera coherente desechando lo desfavorable, que
demanda aquella integración natural de nuestros saberes, así como también la
contextualización de todos los conocimientos teóricos con adecuaciones a
nuestra sociedad real, y así lograr una independencia cognoscitiva, requiere
conocer la diversidad de culturas o ideologías, la formación integral de la
identidad compleja y común dentro de una sociedad y así concientizar que el
papel o rol que se tiene dentro de ella y así lograr saber ser y convivir en
una sociedad del conocimiento.
Impera
enseñar que el ser humano a través de sus aportaciones es parte fundamental de
la globalización, tanto en sus aciertos como en los desaciertos, así mismo
concientizar que el destino de la humanidad se enmarcará de acuerdo al
resultado de buenas o malas decisiones que la afecten o beneficien, la
educación exige desarrollar estrategias o habilidades que permitan dar resultado
a las innovaciones, a las situaciones problema, a los riesgos que se puedan
presentar en la vida sobre todo entender que dichas estrategias se pueden ir
modificando a los largo de ella, reforma el desarrollo de la comprensión del
conocimiento y como consecuencia cambia mentalidades que solo reflejan el mejor
manejo de los saberes que como seres humanos debemos hacerlo de forma íntegra.
Lo
importante dentro de esta nueva forma de aprender y enseñar es el obstáculo,
puesto que todo obstáculo es una oportunidad de crecimiento, esos conflictos
nos impulsan a la adaptación de conocimientos, es darle una mirada diferente,
una interpretación diferente para así tener acciones diferentes y que de esta
manera se activen mecanismos internos de superación y se vuelvan parte de
nuestra personalidad.
Hablar
de toda esta revolución dentro de nuestra misma sociedad me hace recordar que
todos podemos ser “Un simple erudito”
(Perrenoud, 1997, pág. 70) almacenar todos los conocimientos buscando al
mismo tiempo formar el entendimiento como red y tener a la disposición dichos
aprendizajes para identificar y resolver problemas tomando las decisiones
adecuadas y hacer un juicio nos hace sobresalir como una persona que ve más
allá de y que hace de sus enseñanzas algo útiles y naturales, hace que podamos
dominar nuestros propios principios.
Entendamos que las escuelas y/o maestros, más que enseñar contenidos específicos,
deberán “guiar el aprendizaje en red”, de manera transversal y generar una
actitud positiva frente al cambio continuo y la formación permanente, en este
sentido, se propone una ampliación del rol docente, como líderes y guías del
aprendizaje contextualizado.
Hoy
por hoy, parafraseando a Descartes, podemos asentir: “Me informo, luego
existo”; una persona aislada de lo informacional puede sobrevivir en las
rutinas y oscilaciones de lo cotidiano, pero no puede dialogar con el devenir
de la nueva sociedad que se está fraguando y emancipando sustentada en el
conocimiento, el aprendizaje permanente y el desarrollo tecnológico.
"Bienaventurado el que comienza por educarse antes de dedicarse a
perfeccionar a los demás” El desafío está planteado y no es menor; los
cambios son profundos e imparables y requieren de una visión analítica,
reflexiva y compleja para no poner en juego el futuro de los alumnos, la
escuela y nuestra mera profesión, debemos ser parte de este desarrollo del
pensamiento complejo para poder brindar armas que estén de acuerdo a la batalla
que enfrentan los educandos fuera del aula, ser parte de esta aldea planetaria
impera en nosotros tener una visión transformadora y abierta a los corazones de
nuestros alumnos y sobre todo al nuestro.
Como conclusión
considero importante fomentar procesos de reflexión crítico a través de nuestro
quehacer docente con diferentes estrategias didácticas que
desarrollen el pensamiento complejo en los educandos, que les permita encontrar
la conexión entre disciplinas dentro de su proceso escolar, un proceso
que sin duda alguna no es sencillo pero que suscita un compromiso de
corresponsabilidad entre los diferentes actores que estamos involucrados en él,
para así poder caer en una condición de edificación solida del conocimiento
aprendido en el aula pero reflejado en una autonomía de aplicación en la vida
cotidiana.
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